martes, 25 de octubre de 2011

Él estaba ardiendo, yo tenía más gasolina.

Jan Saudek, "Father-in-law and Daughter-in-law", 1988

        Él estaba ardiendo, yo tenía más gasolina. Prendimos una hoguera que hizo despertar al día, pero luego todo se apagó y nos convertimos en ceniza. Volamos en las corrientes que el viento nos ofrecía sabiendo que ya no éramos nadie. Bailando al ritmo del tiempo nos dejamos llevar por las virtudes de la casualidad.

        Al siguiente día fui yo quien llevó cerillas a su encuentro. Él me esperaba con más material y esta vez las llamas quemaron hasta las nubes del cielo y nos volvimos lluvia. Caímos rápido y con fuerza, sin preocuparnos de cómo pudiéramos estrellarnos contra el futuro. Mojados en la calle nos volvimos río y esta vez jugamos con las olas que se formaron a nuestro paso.

       Al tercer día nos soñamos, al cuarto nos escapamos, al quinto nos secamos y al sexto nos olvidamos. El séptimo, como todos, descansamos. No nos supimos prender nunca más.




 
                                  Narrado por Imanol Reta

jueves, 20 de octubre de 2011

PSEUDOPOEMA IV: Como si no lo supiera.

Míralo caminando por la calle
tranquilamente,
como si fuera cualquiera
en cualquier momento.

Que se dirija a mi casa
y pregunte por mí,
se daría cuenta
de que no soy lo que tengo.

Que abra la puerta
y me retenga aquí,
porque, cariño, lo nuestro
no tiene remedio.

Que cogiéndome la cara
me haga confesar,
porque salidas sólo hay una
en el cruce que escogimos.

Que amanezca despacio y
como de casualidad,
sabiendo que era cierto lo que intuimos
cuando estábamos perdidos.

Míralo caminando por la calle
tranquilamente,
como si fuera cualquiera
que no sabe lo que cuento.




Ignacio Habrika, "Multitud sin escaleras"






lunes, 17 de octubre de 2011

Relatillo: Días y días

Pablo Gradilla, "Pupila dilatada por el recuerdo de lo perdido"

Me levanté con el pie izquierdo.
Pisé una mierda al salir de casa.
Me grapé el dedo índice.
El jefe me chantajeó horas extra para el viernes.
Me manché toda la camisa de café.
Todos hablaban mal de mí.
Me encendí el cigarro por el lao contrario.
Cuando ya había acabado el día, pillé un atasco de 3 horas.
Abrí la puerta de casa y me tumbé en el sofá apoyando la cabeza en sus rodillas.
-¿Qué tal te ha ido el día?- me preguntó mientras me acariciaba la cabeza.
Yo, mirándole fijamente a los ojos, me quedé clavada en sus pupilas durante un buen rato.
Por fin dije:
-El día está siendo maravilloso.

miércoles, 12 de octubre de 2011

Las alcantarillas no se miran


                                    Narrado por Imanol Reta


Hay lenguas que no tienen la oportunidad de saborear el whiskey que se bebe por compasión hacia uno mismo, entre huérfanos de la ciudad y fracasados de la oportunidad, a las horas en que las prostitutas ya casi han dejado de trabajar. Hay ojos que nunca pasearán por ciertas altas esquinas ni ciertos bajos puentes, no se pararán a verificar cómo se viene la muerte rodando entre todos los que estén tumbados en la acera. Habrá quien no sienta el rumor de las conversaciones que se dan en las alcantarillas sobre tiempos perdidos sin solución entre jeringuillas de enfermedad.

¡Pues todos ellos se lo pierden! Siempre creerán que queda algo peor de lo que son y en realidad sus lenguas están heladas, sus ojos están ciegos y sus corazones no suenan al ritmo de la vida. Son mierda deforme, porque se dejaron deformar. Ya no ven nada.


Anónimo, "Alcantarilla"


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