viernes, 25 de febrero de 2011

La puerta plateada

Leonora Carrington, "Laberinto"



Dorando la plata, recibirás el desconsuelo de descubrir cómo lo disfrazado vale más que el disfraz, que será una fina mentira comparada con lo oculto que es el laberinto secreto donde perderse sirve para encontrarse la puerta que se abre si te quitas el antifaz para dejarte el paso abierto a lo verdadero.

¿Cuánto vale lo verdadero? No hace falta tener oro.







viernes, 18 de febrero de 2011

Relatillo -III: Cáncer de mazo

 No pensaba en nada hasta que nació, con una boca bajo el brazo y una lima en su lugar, preguntando por qué, con ganas de comerse el mundo y un buen tazón de leche con galletas de cualquier tipo. 

Fue creciendo, aprendiendo de los demás, de ella misma, de la realidad y de la ficción, de la mentira y de lo cierto, pero todavía se cree cualquier cuento bien contado. Tanto de lo puro como del sesgo se le fueron ordenando las ideas por colores, por columnas, por buenos, feos y malos, por filas, tallas y tamaños, por formas, por naciones, países y continentes, por razas, sexos y edades, se hizo una escala de simpatía, inteligencia e imagen,  y su cabeza se transformó en un archivo gigante erigido sobre mil murallas chinas.

A la vez que clasificaba ideas, sin que ella se diese apenas cuenta, con el mismo sigilo con el que el lobo se acerca a su presa, poniendo la máxima cautela para que no se le note, se le iba depositando sobre su mano predominante un sedimento que con los años tomó forma de mazo. Un mazo de esos que sirven para poner orden en la sala. 

Un día el mazo adoptó unas dimensiones tan inmensas que le aplastaron los ojos… ¡chofff! sonó, pero esto hizo que los demás sentidos se le aguzaran y al desarrollar un tacto tan fino, el gran mazo le comenzó a molestar. Así que rascó y rascó, y a la par que el mazo iba desapareciendo, su vista se recuperaba para vislumbrar cosas totalmente nuevas, diferentes a las del principio, que dieron pie a nuevas clasificaciones, nuevos muros y nuevos sedimentos.

Por allí la ves caminando todavía, luchando contra sí misma y contra las clasificaciones de ideas que hacen que llenen su mano de mierda. ¿O crees que ella no lo nota? Lucha a su manera, como puede, cayéndose y reinventándose.

Sebastian Guido Bianchi, "El juez"

martes, 15 de febrero de 2011

Relatillo -IV: Musas del viento



© Sylvia Ji, "Thunderbird"

 Las musas blancas del frío quisieron conocerme.
 Volando mientras bailaban de una forma tiritante con el viento desde el Polo Norte se deslizaron saltando de nube en nube, hasta llegar a la castellana ciudad de Salamanca. Aquí se encontraron como en casa y a su aire recorrieron cada calle nutriéndose de la sequedad de esta piedra arenosa que estiliza los paseos y deja las gargantas ásperas. La niebla acumulada del amanecer las guió hasta la Torre del aire del palacio en el que habito y se colaron desapercibidas por las tuberías que llegan hasta nuestras duchas y radiadores.

© Sylvia Ji, "Hemlock"
Entonces fue cuando se presentaron ante mí. Dos mujeres altas, ahora se les veía azules, de hielo, no les temblaba el pulso. Todavía no entiendo que se asustaran de forma tan repentina al verme que ¡no encontraron mejor escondite que mi nariz!

 Y aquí se quedaron atascadas… voy soplando trocitos de musas del frío, pero la gran parte de sus adaptables cuerpos sigue dentro. Creo que cuando las expulse del todo será cuando salgan verdes como la primavera.


domingo, 13 de febrero de 2011

Y de repente entenderlo

(Fotografía Bob Bonis, © 2009 by 2260 Productions, Inc) Adaptada,

"Jagger viendo la tele"



Cuando todo tiene una vuelta de hoja y hay un momento en que sabes reconocer que nada es lo que parece, que lo que pasa en realidad son varias cosas a la vez, con sus contextos y sus consecuencias, y entiendes el funcionamiento de lo que no sabías que pasaba… cuando comprendes todo eso de repente todo encaja, pero ese pensamiento se va tan rápido como vino, tanto como si quisieras que se quedase como si no, es un momento de lucidez fugaz, que se te escapa de entre los dedos como agua que nunca se podrá coger a puñados, solo te quedará la humedad del rastro del pensamiento que tuviste, hasta que se seque del todo y no quede nada.

Es casi como un mecanismo de defensa para no volverte loca, es adaptativo, para que todo esté en su sitio y para que vivir sea una experiencia cómoda, cómo negarse a eso. Así que, dejando atrás esos momentos de razón, el tiempo demás  lo pasamos sin enterarnos de nada y si fuese de otra forma viviríamos en una angustia contínua.

Entender la realidad cansa muchísimo, y más tenerla presente. 

A la vez que relajante es vomitivo







martes, 8 de febrero de 2011

Perdiendo sentidos

copyright John Casey 2011, "A Pox Upon Ye"

Suena de fondo el ambiente estanco donde el aire se ha vuelto tan espeso que no lo puedes apartar para moverte, no te deja, estás paralizado, y a pensar que no mirándolo desaparece también suena, cuando no dices nada.

Sabe al espacio áspero que no se absorbe y no se adapta, que no sirve para nada y que lo  notas constantemente y, a querer encajar la pieza que falta para saciarse también sabe, cuando te acabas.

Huele a perder la mano al juego en el que casi no tuviste cartas y, a descubrir que los perfumes son difíciles de recordar si no los sientes cada día también huele, cuando te evaporas.


Porque ya no eres nadie. Ni suenas, ni sabes, ni hueles a nada.

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