domingo, 27 de marzo de 2011

Palabrería I: Verdad verdadera

Belinda Eaton (paintings 2005-2009)

Déjame decirte que no oigas nada de lo que te cuenten… Mi consejo es que no aceptes ninguna clase de lección… Todo el mundo sabe que las generalizaciones no sirven para nada…  Así que no pierdas el tiempo malgastando saliva para decir algo de lo que creas estar totalmente segurx porque realmente nadie tiene la verdad verdadera.

lunes, 21 de marzo de 2011

De esto que...

Edward Hopper, "Summer interior"

Algo así me comentó mi soledad, pero de esto que la escuchas pensando en otra cosa y no te enteras, pensando por ejemplo en que vendrías, en que aparecerías pidiendo un cigarro o en alguna fiesta, en que eres como yo. 

Pero debí escucharla porque tenía razón, “tú estarás conmigo hasta que te cures de necesidad, hasta que seas una persona entera, hasta que seas independiente, hasta que no te importe la mierda de los demás, qué difícil eh… pues en tus manos está cuanto tardas en deshacerte de mi…”

Hija de puta…



viernes, 18 de marzo de 2011

Relatillo -I : El monstruo del tiempo

Reloj Docoupage
Te juro que en vez de cabeza tenía sobre los hombros un reloj enorme de pared con agujas, y en la punta de estas como los caracoles, me miraban unos ojillos redondos, que si hubieran sido las dos menos diez pase, pero siendo las seis y media sin dar aquello no había por donde cogerlo. No obstante su cuerpo fofete iba bien vestido, de traje de tres piezas en marrón clarito con una pajarita azul cerúleo y un sombrerete redondo, vamos que no se podía negar que tuviera estilo e incluso lo hubiera considerado atractivo de no ser por su evidente deformidad. Con una parsimonia casi humana, el tio estaba tranquilamente fumando una pipa de marfil con motivos florales, supongo que fumando vamos, porque a pesar de que la sujetaba en su mano, no vi boca en aquel cuadro por donde pudiera fumar. Y bueno, tranquilamente hasta que me vio, como yo hasta que lo vi a él.

En el momento me quedé tan petrificada que hasta mi mente sufrió un bloqueo total y él tampoco se movió para nada. Creo que perseguía la ilusión de que no me diera cuenta de que estaba allí sólo porque estaba quieto, como en el un, dos, tres al escondite inglés, así que lo único que se movía en toda la habitación era el segundero que no paraba de dar vueltas. Esto fue lo que terminó hipnotizándome hasta casi perder la conciencia.

Así, mirándonos sin creernos del todo, nos pasamos media hora, hasta que dieron las siete en punto y el gorrión que habitaba en el centro de su faz, aunque aparentaba estar dormido, saltó desde su escondrijo como si la vida le fuera en ello, tantas veces como horas marcaba el gigantesco cabezón de aquel tipo, haciendo que éste saltase sorprendido también a la vez que yo chillaba tan agudo que casi revientan los espejos, las estanterías se derrumban y se me salen los ojos de las órbitas.
Pensé que me venía a visitar el mismísimo monstruo del tiempo y el horror recorrió mi cuerpo empezando desde la cabeza saliendo por mis pies pasó a través del suelo a las paredes y de ahí al techo donde topó con el fluorescente que terminó por ceder al temor, y en forma de fuegos artificiales, explotó.

 “¡¡No se asuste, no vengo a pedirle puntualidad!!”, dijo.
“Ah… ¿no? ¿Lo dice usted de verdad?, entonces… seguiré durmiendo”, dije yo.

Menudo susto tan tonto…

Arantzazu San Agustín, "Monstruo del tiempo"

lunes, 14 de marzo de 2011

Oda a tu voz


"Desnudo en el desierto" Salvador Dalí


Desde el desierto viene con su sonido tranquilo, cuando se le reconoce grave, viene desde lo profundo, levantando la arena de las dunas a su paso, viene a levantarme esa voz ondulada en la sospecha.

Vibrada desde tu pecho entra calentando el mío, que lo mueve a su ritmo o incluso más nervioso pero es todo de aire, por eso se oye hueco, y no entiende a dónde voy sin que nada salga de mi boca. Tampoco por qué no se deja acariciar y con miedo se limita tanto.
De lomo de camello tu voz, con espacio para encajar mi silencio y que no se lo lleve más el viento, está liberada de cadenas de mentira y tira de las mías para que hable desde donde ella viene, lo profundo, y que nos volvamos a ir juntos. Como de ceniza rubia, de noche cálida, de esa virtud inocente que calza para bailar conmigo la danza del vientre con hambre de algo sincero, tu voz es manta que vuela mágica en el día, cubriéndome en la noche, llevándome de viaje al palacio de las siete verdades haciendo que confíe.

Pero no sabe tu voz que la mía se corta de viaje y afónica de vergüenza se esconde en un turbante mudo que me tapa entera y no me deja disfrutar de las ondas de tu sonido, voz tan significante que no sabría como escuchar. Por eso cuando el son me avise de que llegas desde lejos, me convertiré en horizonte para que nunca me alcances y poder oírte sin contestarte.

miércoles, 9 de marzo de 2011

PSEUDOPOEMA I: Pánico por amarte.

Cuando respirar sea lo único que te atrevas a hacer,
y el sonido de tus palabras ya no pueda ayudarte,
mírame con vergüenza a descubrirte,
estaré pendiente de adivinarte.

Cuando el aire se tense tanto que no puedas moverte,
y tus pies no se atrevan a tener esperanza,
mírame como queriendo alcanzarme,
estaré avanzando para poder rozarte.

Cuando el tenerme enfrente te ahogue hasta dolerte,
y nada de lo que eres te sirva para aliviarte,
mírame como queriendo vida,
estaré esperando para besarte.





sábado, 5 de marzo de 2011

La roca y el viento

Andrómeda encadenada a una roca de Gustave Doré
    La roca también nota el viento que pasa arañándola, llevándose consigo parte de ella de un modo tan sutil que es difícil creer. Él la desgasta, la deforma suavemente, la lleva a donde quiere porque ahora es suya, es parte de él, y hará con ella lo que quiera. La admira, por eso necesita poseerla, le pide que confíe para poder arrastrarla y luego la deja caer. La roca aguanta lo que sea por mezclarse con el viento. Terminará en la playa convertida en arena como otras muchas rocas. Pero a ella no le importa porque todo pasa como si fuera una caricia.

El día en que las rocas se muevan, el viento será aire y temblará la tierra.

martes, 1 de marzo de 2011

Relatillo -II: Red de perdidos

Wifredo Lam, "La jungla", 1942


      Por la senda de follaje espeso se posaba una gruesa niebla húmeda que se podía coger a puñados para respirarla casi en forma de agua. Hacía del caminar un acto temerario y medido a cada paso que se daba pues el frío del aire se mezclaba con el del miedo que salía de las entrañas al tener que avanzar a ciegas apartando la gruesa maleza que le rodeaba con hambre intentando filtrarse desesperadamente por todos los huecos que su figura permitía. 

      Cada vez el caminar y respirar a la vez iba siendo más difícil, ya no diferenciaba sus brazos, débiles de tanto esfuerzo por seguir adelante, de las ramas fuertes opuestas a cederle un espacio, que lo encerraban en un nido sin salida. Todas las extremidades de las plantas crecían a un tiempo más avanzado de lo normal como si una magia negra los hubiera conjurado con maldad.

      Cada vez era más parte del nudo de fuerzas salvajes imposible de desenredar en el que se había metido. La lucha a muerte contra la naturaleza ya estaba perdida, y el único espacio que le quedaba eran los encharcados pulmones dentro de sí, que terminaron por sucumbir en el agobiante abrazo falso. Con la postura en la que el final lo pilló rezando, como tratando de abrirse paso con las manos en alto se quedó enganchado para siempre entre la maleza, camuflado por completo, como si fuera otra mala hierba más.

      Por la jungla de guerra terminó siendo parte de ella el que quiso abrirse camino entre lo maligno, entre lo irrespirable que puede volverse un pasaje lleno de árboles convencidos de que su derecho y deber es  invadir lo que sea a toda costa y que exhalan veneno sin antídoto.




      Como él se convirtió en un grano de arena más en aquella red de gente atrapada, él también fue atrapando cada persona que entraba en el sistema de no retorno, porque el momento del día en que él entraba no había dejado ningún recuerdo.

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